PERDIDA EN EL INFINITO



Y vi su rostro en la distancia y la observé por un corto periodo de tiempo, llevabas un suéter verde y unas gafas color beige; ella no se fijó en nadie, ni en los transeúntes, ni en los carros, ni en el brillo del sol; su mano cargaba un rostro pensativo, inmortalizado y  aletargado en el tiempo. Yo como buen voyerista la miré por varios minutos e intenté comprender sus preguntas, tal vez... Era un amor que nunca llegaría, o una amistad que sobrepasaría las formalidades y dejaría fluir el deseo, tal vez... Su alma se apagó en un instante y no hubo más que una simple mirada perdida en el infinito. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

EN MI TIERRA HAY DOS MUNDOS

SOMOS TERCOS, COBARDES Y AL FINAL AMAMOS